jueves, julio 26, 2007

La Caja de música

Desde hacía meses intentaba recordar donde había guardado el manuscrito de un cuento corto que escribí cuando tenía 13 años. Hace un par de días y como suele ocurrir, sin buscarlo apareció. Ya no me acordaba que fue un trabajo para el colegio, escribimos un pequeño guión. Visto ahora, cuando han pasado más de 30 años me parece una cursilada pero si recuerdo que cuando acabé de escribirlo me sentí orgullosa y mi vanidad se vio sublimada cuando algunas compañeras me dijeron que era muy bonito.
Nada tiene que ver con lo que puedan escribir las niñas que ahora tengan 13 años, ya no se vive bajo el yugo la dictadura militar que en aquella época tenía sumido a nuestro país en un tremendo ostracismo alejados de la cultura y doblegados por la fuerza.
A las niñas de aquella época nos educaban con la única idea de buscar marido a quien servir, ser sumisas, obedientes y complacientes, y nosotras soñábamos con el príncipe azul de los cuentos de Andersen o los galanes de las fotonovelas y radionovelas.
Por entonces las mujeres teníamos que ser puras y castas, hacendosas, llegar vírgenes al matrimonio, creer que los niños venían de París y aguantar la frase preferida de los machos ibéricos: “Un hombre se casa cuando quiere y una mujer cuando puede”El cuento es cursi y predecible, hay que leerlo desde la perspectiva de otro mundo, porque eso era la España de entonces, pero es mi cuento y como tal aquí lo teneis.



LA CAJA DE MÚSICA

Personajes: Reina (viuda), princesa, príncipe, caja de música con bailarina, hada, criados.

Argumento: En un lejano reino el príncipe heredero era un apasionado de las cajas de música. Le gustaba coleccionarlas y tenía un cuarto especial lleno de ellas.

El día de su cumpleaños le regalaron muchas más. Eran preciosas y de todas clases, pero la que más le gustó fue la que le regaló en enviado de la corte rusa. Era una caja preciosa, al abrirla aparecía una bella bailarina que al son de una alegre música empezaba a bailar.

Al cabo de un tiempo el príncipe se enamoró de la bailarina y por medio de su hada se convirtió en su acompañante.

Dialogo:

El príncipe Rodolfo está en el cuarto de las cajas de música escuchando algunas, su hermana entra en el cuarto.

Princesa: Rodolfo, encuentro una tontería esa afición que tienes por las cajas de música.
Príncipe: Querida hermana, te pido que dejes de meterte con mis cajas de música. Yo todavía no me he metido con tu colección de pelucas, y sobre ellas habría mucho que decir.
Princesa: Pero mis pelucas sirven para algo y tus cajas de música lo único que hacen es ocupar sitio.
Príncipe: Tanto sitio ocupan tus pelucas como mis cajas de música.
Princesa: Bueno, cambiemos de conversación, mamá te llama.

Ambos salen de la habitación. Ella se dirige a su cuarto y él al salón donde le espera su madre.
El príncipe entra en el salón y se sitúa frente a la chimenea juntos a su madre.

Príncipe: Mamá, ¿me mandaste llamar?
Reina: Si hijo. Sólo era para preguntarte que traje te vas a poner esta noche para la fiesta.
Príncipe: Todavía no lo he decidido. Ya veremos cual me pongo.
Príncipe: ¿No quieres nada más de mi, mamá?
Reina: No hijo, ya puedes marcharte.

El príncipe sale de la habitación y se dirige al cuarto a escuchar nuevamente sus cajas de música.

Llegada la noche todos empezaron a vestirse. El príncipe, por ser su cumpleaños se puso su mejor traje.
Cuando el príncipe baja al salón ya habían llegado los invitados.

Príncipe: Antes de cenar abriré los regalos.
El príncipe se dirigió a ellos y empezó a abrirlos.

Príncipe: ¡Esta caja de música es preciosa Conde Luciano!, ¿de que está hecha?
Conde: Está hecha de coral y de la espuma del mar.

El príncipe siguió abriendo regalos. Todos eran cajas de música preciosas pero cuando llegó al último…


Príncipe: Esta caja es bellísima. No tiene ningún adorno y esto hace que sea aún más bonita.
(El príncipe abre la caja y ve aparecer una bailarina que al son de una música empieza a bailar)
El príncipe sale corriendo con la caja en las manos hacia la escalera.

Reina: Rodolfo vuelve que aún no hemos cenado.
Príncipe: Yo no cenaré, no tengo hambre.

El príncipe se metió en su habitación y en toda la noche no dejó de oir la caja de música.





A la mañana siguiente.

Reina: Venga despierta holgazán.
Príncipe: Buenos días, mamá ¿cómo estás?
Reina: Hijo, tengo que hablar seriamente contigo.
Príncipe: ¿Qué tienes que decirme, mamá?
Reina: Hijo, no estuvo bien lo que hiciste ayer.
Príncipe: ¿Qué hice, mamá?
Reina: No estuvo nada bien que te fueras ayer sin cenar ni bailar con las chicas que vinieron a tu fiesta. Ellas pensaron que ibas a bailar por lo menos una vez con cada una.
Príncipe: Mamá. Es que es tan bonita la caja de música y la bailarina es tan bella que me gustaría se un bailarín para poder bailar con ella.
Reina: Estás loco de remate. ¿Bajarás a desayunar?
Príncipe: Si mamá, enseguida bajo.

La Reina sale de la habitación y se dirige al comedor donde le espera su hija para empezar a desayunar.

Princesa: No bajará el loco de mi hermano a desayunar.
Reina: Si, enseguida baja.
Princesa: Mamá, ¿le has dicho que hizo mal en no quedarse ayer.
Reina: Si, se lo he dicho
Princesa: ¿Y que te ha contestado?
Reina: Que no tenía ganas.
Princesa: Seguro que al llegar a su habitación se puso a oir esa tonta caja de música que le regaló el enviado ruso.

En ese momento entra su hermano en el comedor.

Príncipe: Te agradecería dejaras de meterte con mis cajas de música. Todavía yo no me he metido con tus pelucas, y algunas son horrendas.
Princesa: Por lo menos ayer podías haberte fijado en mi vestido.
Príncipe: Querida hermana, eres más presumida que una coliflor con pestañas postizas.
Príncipe: Eres un insolente.
Reina: Venga dejar de pelear. ¿Vais a ir a cabalgar?
Princesa: Yo si.
Príncipe: Yo no. Voy a limpiar mis cajas de música.
Princesa: Cualquiera diría que no tenemos sirvientes.
Príncipe: Pero prefiero limpiarlas yo, así estaré seguro de dejarlas bien limpias.

El príncipe se va a su habitación y se pone a limpiarlas. Mientras limpiaba las cajas abrió la caja que le regaló el enviado ruso.
En ese momento se le apareció un hada muy bella.


Príncipe: ¿Quién eres?
Hada: Soy tu hada madrina.
Príncipe: ¿Qué quieres de mí?
Hada: Se que estás enamorado de la bella bailarina que hay en la caja de música que te regaló el cónsul ruso. ¿Te gustaría convertirte en su acompañante?
Príncipe: ¿Podrás hacerlo?
Hada: Si tanto lo deseas lo haré.
Príncipe: Por favor, hazlo.

El hada le tocó con su varita mágica y le convirtió en un bailarín muy apuesto. Después hizo que se empequeñeciera y le colocó junto a la bailarina.
Poco después su madre subió al cuarto y al no encontrarle se alarmó, pero al ver la caja de música con una pareja de bailarines en vez de una sola bailarina, se entristeció mucho, pero a la vez se alegró por su hijo.





sábado, julio 07, 2007

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