Tres amigas
Érase una vez un par de amigas, la de acento chely y la chispera, que deciden darse un rulo por Retiro aprovechando la Feria del Libro. Una amiga de estas, desde lontananza, le pide a la chispera que le compre un libro y le pida un autógrafo al autor.
La de acento chely y la chispera, con gran agrado y deleite se van paseando por entre las casetas observando como la firma de autores provoca sendas colas en la mayoría de ella.
Y he ahí que llegan a la caseta donde se encuentra el libro solicitado pero el autor aún no aparece. La chispera abrazando el libro y entre variados empujones por el gentío que no paraba de llegar, se posiciona en tercer lugar a la espera de la ansiada mano que garabatee un dibujo y escriba una dedicatoria para su amiga de lontananza.
Mientras, la de voz chely se da un voltio por el lugar tomando nota mental de las casetas más atractivas para ambas dos. A su vuelta, ¡oh sorpresa! El autor se retrasa y la chispera lleva media hora agarrando el libro.
Las que estaban en segundo lugar se desesperan y deciden marcharse ¡biiiien! piensa la chispera.
Por fin Manuel aparece entre disculpas y sonrisas; cuando la chispera se hace con el primer lugar le dice socarronamente “te daría una colleja, pero te perdono”
Ya firmado el libro ambas dos se alejan leyendo la dedicatoria para la amiga en lontananza cuando la de acento chely pregunta ¿y si le pedimos que nos deje hacerle una foto con el libro en la mano? Dicho y hecho, a pregunta amable respuesta más amable aún y Manuel se deja fotografiar mientras pronuncia el nombre de la dedicatoria.
Un rato después, y con varios libros autografiados en las manos de ambas amigas, mientras degustaban sendas cervezas y granizados de limón, deciden llamar a la amiga en lontananza para contarle la aventura. Mientras suena la llamada la de acento chely le pregunta a la chispera ¿y si la decimos que te he quitado el libro y que me lo quedo? ¡Vale!, responde la chispera. La charla vía móvil se sucedió entre carcajadas por la trama espontánea que se inventaron, y la indignación de la amiga en lontananza porque sentía que esas dos brujas la estaban tomando el pelo.
La contaron que en un despiste de la chispera la de acento chely cogió el libro y salió corriendo aprovechando que la chispera, no la podía seguir.
Durante varios días la trama se fue engordando, ¡Yo quiero mi libro!, decía la de lontananza, tranquila, respondía la chispera, en cuanto tengamos oportunidad nos las ingeniamos para ir a su casa y se lo quitamos.
Fueron pasando los días y la de lontananza se fue resignando pensando que en algún momento la de acento chely se lo enviaría.
Una docena de días después se descubrió el pastel y por fin la de acento chely le confesó a la de lontananza que el libro siempre lo había tenido la chispera.
Y así, la de acento chely y la chispera disfrutarán de sus libros autografiados por Antonio Gala y proximamente la de lontananza abrazará su ansiado y sufrido libro.
La de acento chely y la chispera, con gran agrado y deleite se van paseando por entre las casetas observando como la firma de autores provoca sendas colas en la mayoría de ella.
Y he ahí que llegan a la caseta donde se encuentra el libro solicitado pero el autor aún no aparece. La chispera abrazando el libro y entre variados empujones por el gentío que no paraba de llegar, se posiciona en tercer lugar a la espera de la ansiada mano que garabatee un dibujo y escriba una dedicatoria para su amiga de lontananza.
Mientras, la de voz chely se da un voltio por el lugar tomando nota mental de las casetas más atractivas para ambas dos. A su vuelta, ¡oh sorpresa! El autor se retrasa y la chispera lleva media hora agarrando el libro.
Las que estaban en segundo lugar se desesperan y deciden marcharse ¡biiiien! piensa la chispera.
Por fin Manuel aparece entre disculpas y sonrisas; cuando la chispera se hace con el primer lugar le dice socarronamente “te daría una colleja, pero te perdono”
Ya firmado el libro ambas dos se alejan leyendo la dedicatoria para la amiga en lontananza cuando la de acento chely pregunta ¿y si le pedimos que nos deje hacerle una foto con el libro en la mano? Dicho y hecho, a pregunta amable respuesta más amable aún y Manuel se deja fotografiar mientras pronuncia el nombre de la dedicatoria.
Un rato después, y con varios libros autografiados en las manos de ambas amigas, mientras degustaban sendas cervezas y granizados de limón, deciden llamar a la amiga en lontananza para contarle la aventura. Mientras suena la llamada la de acento chely le pregunta a la chispera ¿y si la decimos que te he quitado el libro y que me lo quedo? ¡Vale!, responde la chispera. La charla vía móvil se sucedió entre carcajadas por la trama espontánea que se inventaron, y la indignación de la amiga en lontananza porque sentía que esas dos brujas la estaban tomando el pelo.
La contaron que en un despiste de la chispera la de acento chely cogió el libro y salió corriendo aprovechando que la chispera, no la podía seguir.
Durante varios días la trama se fue engordando, ¡Yo quiero mi libro!, decía la de lontananza, tranquila, respondía la chispera, en cuanto tengamos oportunidad nos las ingeniamos para ir a su casa y se lo quitamos.
Fueron pasando los días y la de lontananza se fue resignando pensando que en algún momento la de acento chely se lo enviaría.
Una docena de días después se descubrió el pastel y por fin la de acento chely le confesó a la de lontananza que el libro siempre lo había tenido la chispera.
Y así, la de acento chely y la chispera disfrutarán de sus libros autografiados por Antonio Gala y proximamente la de lontananza abrazará su ansiado y sufrido libro.